Física y Quimica

Premio Nobel de Química 2015

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Fotos y esquemas: Fundación Nobel

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Premio Nobel de Química 2015

 

Tomas Lindahl

Aziz Sancar

Paul Modrich

"Por el estudio de los mecanismos de reparación del ADN"

Tomas Lindahl (1938). Suecia

Aziz Sancar (1946). Turquía

Paul Modrich  (1946). USA

Traducción del inglés Documento Fundación Nobel traducido

 

De una célula a otra, de una generación a la siguiente. La información genética que determina cómo se forman los seres humanos se ha transmitido en  nuestros cuerpos durante cientos de miles de años y, aunque está  constantemente sometida a agresiones del medio ambiente, permanece sorprendentemente intacta. Tomas Lindahl, Paul Modrich y Aziz Sancar reciben el Premio Nobel de Química 2015 por haber descrito y explicado cómo las células reparan el ADN salvaguardando la información genética.

Nuestro ADN se mantiene sorprendentemente intacto, año tras año, debido a una serie de mecanismos de reparación molecular: un enjambre de proteínas que controlan los genes. Ellas continuamente leen el genoma y reparan cualquier daño que se ha producido. El Premio Nobel de Química 2015 ha sido adjudicado a Tomas Lindahl, Paul Modrich y Aziz Sancar por haber descrito estos procesos fundamentales a nivel molecular. Su trabajo ha significado una contribución decisiva para la comprensión de cómo funcionan las células, además de proporcionar conocimiento sobre las causas moleculares de varias enfermedades hereditarias y sobre los mecanismos de desarrollo del cáncer y el envejecimiento.

 "¿Cuánto de estable es el ADN, realmente?", Tomas Lindahl comenzó haciéndose esta pregunta a finales de la década de 1960.  Entonces la comunidad científica consideraba que la molécula de ADN – la base de la vida – era extremadamente resistente. La evolución requiere mutaciones, pero solo de un número limitado por generación. Si la información genética fuera demasiado inestable los organismos multicelulares no podrían existir.

Deberían de pasar unos cuantos años antes de que comenzara a buscar una respuesta a esa pregunta. En aquel tiempo se encontraba en Suecia, en el Karolinska Institutet, en Estocolmo, donde algunos experimentos le mostraron que sus sospechas eran correctas: el ADN experimentaba una degradación lenta pero notable. Lindahl estimó que se producían miles de lesiones potencialmente devastadoras en el genoma cada día, una frecuencia claramente incompatible con la vida humana. Su conclusión fue que deberían existir sistemas moleculares para la reparación de todos estos defectos y, con esta idea, abrió la puerta a un nuevo campo de investigación.

Durante 35 años Tomas Lindahl ha encontrado y examinado muchas de las proteínas que las células emplean para la reparación del ADN. Poco a poco, elabora una imagen molecular de cómo se produce la supresión y reparación de las bases dañadas, un proceso en el cual las glicosilasas, son el primer paso en el proceso de reparación del ADN. La escisión y reparación de las bases también se produce en los seres humanos y, en 1996, logró recrear, in vitro, el proceso de reparación en  humanos.

El hecho de que el ADN puede ser dañado por agresiones ambientales, tales como los  rayos UV, era conocido desde hacía tiempo. El mecanismo utilizado por la mayoría de las células para reparar el daño producidos por los rayos UV, (nucleotide excision repair) había sido descrito por Aziz Sancar, nacido en Savur, Turquía y que desarrolló su carrera profesional en Estados Unidos.

En 1976, utilizando las herramientas que la biología molecular ponía entonces a su disposición, clonó con éxito el gen de la enzima que repara el ADN dañado por la radiación ultravioleta, la fotoliasa, y también bacterias productoras de la enzima. Este trabajo se convirtió en una tesis doctoral, pero no tuvo excesivo eco en la comunidad científica.

Estaba claro que las bacterias tienen dos sistemas para la reparación del daño causado por los rayos UV: además de la fotoliasa, que actuaba en presencia de la luz, se había descubierto un segundo sistema que funcionaba en la oscuridad.

Tal y como había hecho en sus anteriores estudios con la fotoliasa, Sancar comenzó a investigar el proceso molecular en ausencia de luz. Al cabo de algunos años había conseguido identificar, aislar y caracterizar las enzimas codificadas por los genes uvrA, uvrB y uvrC. En experimentos in vitro mostró que estas enzimas pueden identificar los daños producido por la luz UV, luego hacen dos incisiones en el filamento del ADN, una a cada lado de la parte dañada, y posteriormente retiran un fragmento de 12 -13 nucleótidos que incluye la parte dañada.

La maquinaria molecular que repara el daño UV en el  ADN humano es más compleja que la que actúa en las bacterias, pero, en términos químicos, el mecanismo de reparación funciona del mismo modo en todos los organismos.

Paul Modrich creció en un pequeño pueblo en el norte de nuevo México, Estados Unidos. Un día su padre, profesor de biología, le comentó: "Deberías aprender cosas sobre el ADN". Esto fue en 1963. Unos años más tarde, esas "cosas del ADN"  llegaron a ser centrales en la vida de Paul Modrich. Desde el comienzo de su carrera como investigador, como estudiante de doctorado en Stanford, durante su postdoctorado en Harvard y como profesor asistente en la Universidad de Duke, examinó una serie de enzimas relacionadas con el ADN: la ADN ligasa, la ADN polimerasa y la enzima  Eco RI. Cuando posteriormente, a finales de la década de 1970, centró su atención a la enzima Dam metilasa se encontró con otra "cosa de ADN" que ocuparía gran parte de su carrera como científico.

La Dam metilasa une grupos metilo al ADN. Paul Modrich demostró que estos grupos metilo podrían funcionar como postes indicadores, ayudando a la enzima a cortar la cadena de ADN en el lugar correcto.

En este punto los caminos de Paul Modrich y de Matthew Meselson, un biólogo molecular de la Universidad de Harvard, se cruzaron. Trabajando juntos crearon un virus con una serie de desajustes en su ADN. Esta vez la dam metilasa de Modrich fue utilizada para agregar grupos metilo a una de las hebras de ADN. Cuando estos virus infectaban bacterias, las bacterias corregían el filamento de ADN que carecía de grupos metilo. La conclusión de Modrich y de Meselson fue que la reparación del ADN es un proceso natural que corrige los fallos que se producen cuando se copia el ADN, reconociendo el filamento defectuoso por no estar metilado.

Para Paul Modrich este descubrimiento inició una década de trabajo sistemático, clonando y estudiando las enzimas que toman parte en el proceso de reparación. Hacia el final de la década de 1980, fue capaz de recrear el mecanismo de reparación molecular  in vitro y estudiarlo con gran detalle. Este trabajo fue publicado en 1989.

Además de la reparación de las bases, y la reparación de desajustes de la cadena, hay varios mecanismos que mantienen nuestro ADN. Cada día tienen lugar miles de  daños en el ADN, causados por el sol, el humo de los cigarrillos u otras sustancias genotóxicas; continuamente, en cada división celular, miles de alteraciones del ADN son corregidas. Nuestro genoma se derrumbaría sin estos mecanismos de reparación. Si un componente falla, la información genética cambia rápidamente y aumenta el riesgo de cáncer.

Daños congénitos en el proceso de escisión y reparación de los nucleótidos son la causa de la enfermedad conocida con el nombre de xeroderma pigmentosa. Los individuos que la padecen son extremadamente  sensibles a la radiación UV y desarrollan cáncer de piel si se exponen al sol. Defectos en la reparación del ADN aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de colon hereditario, por ejemplo.

De hecho, en muchas formas de cáncer, uno o más de estos sistemas de reparación han sido parcial o totalmente desactivados. Esto hace que  el ADN de las células cancerosas sea inestable, de ahí que las células cancerosas a menudo mutan y se vuelven resistentes a la quimioterapia. Al mismo tiempo, estas células enfermas son muy dependientes de los sistemas de reparación que siguen funcionando; sin éstos su ADN podría dañarse seriamente provocando la muerte de las células. Los investigadores están intentando aprovechar todo esto para el desarrollo de nuevos fármacos contra el cáncer. Inhibiendo un sistema de reparación pueden frenar o detener completamente el crecimiento del cáncer. Un ejemplo de un fármaco que inhibe un sistema de reparación de las células cancerosas es el Olaparib.

En conclusión, la investigación básica realizada por los laureados con el Premio Nobel de Química de este año no solo ha aumentado nuestro conocimiento sobre procesos moleculares básicos, también sus investigaciones podrían conducir al desarrollo de tratamientos que salven vidas.