Realizando experimentos innovadores,
Alain Aspect, John Clauser y Anton Zeilinger
han demostrado su potencial para investigar y
controlar partículas que se encuentran entrelazadas. Lo que le sucede a una partícula en
un par entrelazado determina lo que le sucede a la
otra, incluso si están demasiado separadas para
poder interaccionar. El desarrollo de
estas herramientas experimentales ha
sentado las bases para una nueva era: la de la
tecnología cuántica. |
Cuando dos
partículas están en estados cuánticos entrelazados
alguien que mide una propiedad de una partícula puede
determinar inmediatamente el resultado de una medición
equivalente en la otra partícula, sin necesidad de
hacerla.
A primera
vista esto quizás no sea tan extraño. Si pensamos en
bolas en lugar de partículas. Imaginémonos un
experimento en el que se envía una bola negra en una
dirección y una bola blanca en la dirección opuesta. Si
un observador atrapa una de las bolas, y ve que es
blanca, puede concluir que la pelota lanzada
en la otra dirección es negra.
Lo que
hace que la mecánica cuántica sea tan especial es
que sus equivalentes a las bolas no tienen estados
determinados hasta que se miden. Es como si ambas
bolas fueran grises, hasta que alguien mira una de
ellas. Entonces la bola observada puede tomar al
azar el color negro o el blanco. La otra bola
tomará, inmediatamente, el color opuesto.
Pero
¿cómo es posible saber si las bolas no tenían cada
una un color al principio? Incluso si parecían
grises, tal vez tenían una etiqueta oculta que
indicaba de qué color debían ponerse
cuando alguien las mirara.
Los
pares entrelazados de la mecánica cuántica se pueden
comparar con una máquina que arroja bolas de colores
opuestos en direcciones opuestas. Cuando Bob atrapa
una pelota y ve que es negra, inmediatamente sabe
que Alice ha atrapado una blanca. En una teoría que
suponga variables ocultas las bolas
contienen información oculta sobre qué color han de
mostrar. Sin embargo, la mecánica cuántica dice que
las bolas eran grises (sin color definido) hasta que
alguien las miró, entonces, al azar, una se vuelve
blanca y la otra
negra.
Albert
Einstein consideró que esto era inviable y junto
con sus colegas Boris Podolsky y Nathan
Rosen enunciaron en 1935 la llamada paradoja EPR:
(iniciales de los investigadores): |
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El físico
norirlandés John Stewart Bell (1928-1990)
descubrió
que existe una forma de determinar
si el mundo es cuántico o si podría
haber otra descripción con variables ocultas.
La desigualdad de
Bell establece que si una determinada función:
f(a1,a2..., b1,b2...)
de las medidas de las propiedades de un sistema
por un observador A (Alice) y otro B (Bob) adquiere un
valor igual o inferior a 2, la realidad se corresponde
con la aceptada por la física clásica, si es superior
(violación de la desigualdad) la realidad sería
cuántica.

John Clauser comenzó a trabajar para diseñar
un experimento que permitiera comprobar las
desigualdades de Bell. Construyó un aparato que emitía dos fotones
entrelazados, y cada uno se dirigía hacia un filtro que
medía su polarización. En 1972, junto con el estudiante
de doctorado Stuart Freedman (1944-2012), pudo mostrar
un resultado que era una clara violación de una
desigualdad de Bell y estaba de acuerdo con las
predicciones de la mecánica cuántica. No obstante, el
experimento presentaba deficiencias, tanto en lo que
respecta a la producción como a la captura de
partículas. La medida también estaba preestablecida, con
los filtros en ángulos fijos.

Alain
Aspect diseñó una versión perfeccionada.
En su experimento pudo registrar los fotones que pasaban
por el filtro y los que no. Esto significó que se
detectaron más fotones y las mediciones fueron mejores.
En la
variante final de sus pruebas, también pudo dirigir los
fotones hacia dos filtros diferentes que se colocaron en
diferentes ángulos. El resultado era un mecanismo que
cambiaba la dirección de los fotones entrelazados
después de haber sido creados y emitidos desde su
fuente. Los filtros estaban a solo seis metros de
distancia, por lo que el cambio debía ocurrir en unas
pocas milmillonésimas de segundo. Si la información
sobre a qué filtro llegaría el fotón influyera en cómo
se emite desde la fuente, no estaría llegando a ese
filtro. La información sobre los filtros de un lado
tampoco podría llegar y afectar el resultado de la
medición. De esta forma, Alain Aspect proporcionó un resultado muy
claro: la mecánica cuántica es correcta y no hay
variables ocultas.

Anton
Zeilinger realizó también pruebas de las
desigualdades de Bell. Creó pares de fotones
entrelazados al hacer incidir un láser en un cristal
especial y usó números aleatorios para cambiar las
configuraciones de medición.
En uno de
los experimentos usó señales
de galaxias distantes para controlar los filtros y
asegurarse de que las señales no pudieran afectarse
entre sí. Los resultados obtenidos corroboraron la
violación de la desigualdad de Bell, inclinando
nuevamente la balanza a favor de una descripción
cuántica de la realidad

Ser capaz de
manipular y gestionar estados cuánticos y todas sus
propiedades nos da acceso a herramientas con un
potencial inesperado. Esta es la base para la
computación cuántica, la transferencia y el
almacenamiento de información cuántica y los algoritmos
para el cifrado cuántico. Actualmente se utilizan
sistemas con más de dos partículas, todas ellas
entrelazadas, que los premiados con el Nobel fueron
los primeros en explorar.
La primera
revolución cuántica nos dio transistores y láseres, pero
ahora estamos entrando en una nueva era gracias a las
herramientas desarrolladas para manipular sistemas con
partículas entrelazadas.
Para saber más:
https://www.youtube.com/watch?v=Ayl3ak9lx3I
https://eltamiz.com/2010/10/27/cuantica-sin-formulas-el-teorema-de-bell/
https://www.youtube.com/watch?v=-QS1Y4O2_Ts
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