Física y Quimica

PREMIO REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE QUÍMICA

Apuntes

 

 

 

 

 

PALABRAS DE AGRADECIMIENTO POR EL PREMIO

 "DIVULGACIÓN Y ENSEÑANZA DE LA QUÍMICA 2014"

REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE QUÍMICA.

Madrid, 7 de noviembre de 2014

 

LA EMOCIÓN DEL DESCUBRIMIENTO

 

Señoras, señores....

Yo nací en Luanco, un precioso pueblo asturiano, situado muy cerca del Cabo de Peñas, donde mi padre tenía una ferretería. Entonces, las pinturas no venían en latas, se hacían por encargo de los clientes. Por eso, al fondo de la tienda, había una habitación (que conocíamos con el nombre de "el cuarto de la pintura") donde se alineaban barriles llenos de albayalde, blanco nevín o blanco de España, y latas con aceite de linaza o secante, productos que mi padre empleaba para formar la base de la pintura. El color lo conseguía añadiendo unos pigmentos de nombres sonoros: verde esmeralda, azul cobalto, amarillo limón o bermellón...

Y todo esto viene a cuento porque un día, en el instituto, mi profesora de Química nos comentó que Lavoisier había logrado obtener oxígeno calentando un óxido de mercurio de color rojo. Casi inmediatamente me pregunté si el óxido de Lavoisier tendría algo que ver con el pigmento rojo que mi padre utilizaba para teñir las pinturas, así que me hice con un tubo de ensayo y, con cierto escepticismo, me dirigí al cuarto de la pintura, tomé un poco de bermellón, lo introduje en el tubo y calenté.

No tuve que esperar mucho porque, de repente, en la parte alta del tubo, empezaron a condensarse unas gotitas grises y brillantes, semejantes a la plata líquida (hidrargyrum)... Me sentí como un alquimista que había liberado al mercurio de su cárcel color bermellón e, inmediatamente, sentí con emoción la primera dentellada de la Química... Hasta hoy, que tengo la fortuna de compartir ese momento con todos ustedes.

Desde entonces me esfuerzo porque mis alumnos puedan experimentar esa misma emoción, la emoción del descubrimiento, que buscamos abandonando el aula para dar las clases siempre en el laboratorio; dando más crédito a la experiencia que a los libros de texto; desarrollando la capacidad para plantearnos preguntas en lugar de resolver problemas con enunciado. Buscamos esa emoción que debe de parecerse mucho a la experimentada por el coronel Aureliano Buendía cuando su padre, una tarde remota, lo llevó a ver el hielo. Y es que... también en la emoción está la química,  porque, tal y como nos recordaba Avelino Corma en su discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias de este año, "nuestras emociones y sentimientos más profundos son el resultado de reacciones químicas".

Muchas gracias, por tanto, una vez más, por este premio que me gustaría compartir con mis hijas, Julia e Isabel, y con mi esposa, Mª Jesús que es, además, mi cómplice y todo; con mis compañeros del Departamento de Física y Química; con el IES La Magdalena de Avilés y, como no, con todos mis alumnos y alumnas. Ellos son la verdadera inspiración de mi trabajo. Sin ellos nada de esto hubiera sido posible.

Muchísimas gracias.

Luis Ignacio García González